Noticia de La Voz de Avilés

Cinco de los cerca de cincuenta trabajadores de la subcontrata IMSA intoxicados con mercurio a finales del pasado año en las instalaciones de Asturiana de Zinc en San Juan de Nieva iniciaron a las ocho y media de la mañana de ayer una huelga de hambre. Se mantendrán acampados de forma indefinida ante el acceso principal a la factoría de AZSA sin más sustento que agua -sin azúcar ni complementos nutricionales de ningún tipo-, y el arrope de sus compañeros y familiares.

«¿Que si tengo miedo? Mucho, ayer no pude pegar ojo. Estamos acojonados, y no sé si en tres o cuatro día saldré de aquí en ambulancia o cómo saldré… Pero no nos queda otra cosa que hacer, visto lo visto», afirmaba ayer Rodrigo Natal Martínez pocas horas después de iniciar la protesta. Hace ahora casi un año, pasó ocho días ingresado en el Hospital San Agustín con taquicardias, las encías hinchadas y un nivel de mercurio en sangre que multiplicaba por 34 el máximo legal permitido entonces. «Entonces creí que iba a morir», afirma.

Un año después, Rodrigo se encuentra en paro, sin prestación de desempleo y con secuelas por la intoxicación. En sus últimos análisis, los niveles de mercurio en sangre aún duplicaban el máximo legal y presenta cuadros de migrañas, insomnio, dolores y problemas de concentración y memoria. «No sé qué futuro tengo. No me dieron quelantes -antídotos para el mercurio- y podría quedar intoxicado para toda la vida», afirma.

Tanto él como el resto de sus compañeros no han visto más salida que poner aún en mayor riesgo su estado de salud tras haberse visto envueltos en toda una sucesión de informes y contrainformes, investigaciones no resueltas y procesos administrativos y jurídicos que no han servido por ahora para resolver su situación sanitaria ni laboral.

«Claro que tienes miedo. Pero cuando tienes un crío de ocho años al que dar de comer… eso prevalece sobre todo», afirma por su parte Alfredo Rodríguez, otro de los huelguistas. «Cuando llevas cuatro meses sin que entre un duro en casa, y tienes que pagar la luz, el agua, la hipoteca y tienes que comer… al final no te queda otra opción. O nos dan una solución, o de aquí salimos con los pies por delante», afirma un hombre que, por ganas, «entraría con un hacha en AZSA a cortar cabezas». Como sus compañeros, siente que después de entrar en la factoría y hacer un buen trabajo -«ahí está la instalación, funcionando perfectamente», afirma-, les han desgraciado la vida.

Incertidumbre

Todos coinciden en señalar que, a la incertidumbre que genera la propia intoxicación, se ha sumado la gestión del accidente que se ha hecho por parte de las empresas implicadas y por las autoridades competentes. «Hablan de que tenemos una ‘probable’ intoxicación por mercurio. Se escudan en eso para no responder y para dejarnos tirados», expone Rodrigo Natal.

A ello se suma la diversidad de situaciones que se ha generado en cada uno de los afectados. Algunos han sido tratados con quelantes. Otros, no. Algunos siguen en situación de baja laboral. Otros, han recibido el alta pese a haber empeorado sus síntomas o a haberse incrementado los niveles de mercurio en sucesivos exámenes. Estos últimos están en paro, sin prestación por desempleo y sin perspectivas de volver a ser llamados a trabajar. Mucho menos en las instalaciones de Asturiana de Zinc, en las que varios de ellos llevaban años yendo a trabajar encadenando contratos eventuales en distintas empresas.

El último jarro de agua fría para ellos ha sido la decisión del Instituto Nacional de la Seguridad Social (INSS) de suspender el recargo de prestación al que tendrían derecho los intoxicados que estén de baja por enfermedad laboral. Un recurso planteado por Asturiana de Zinc llevó a que esa resolución que se les había concedido quede en suspenso mientras se resuelve el proceso penal abierto por el accidente.

Los trabajadores afectados creen que con acciones de ese tipo, «AZSA quiere asfixiarnos, que se dilate todo en el tiempo», indica Francisco Gallardo, también en huelga de hambre y presidente de la asociación de intoxicados por mercurio. «Pagar, acabarán pagando, pero juegan a tenerte años con esta desesperación».

Frente a eso, tanto él como sus compañeros han optado por lo que, reconocen, es «una medida desesperada» después de «un año peleando con ellos» sin resultado. «Es increíble la fuerza que tiene AZSA con todo el mundo, sobre todo con los políticos», lamenta Gallardo. «Es cierto que genera mucha actividad, pero nosotros no estamos pidiendo que se cierre, estamos pidiendo que se reconozca que hemos sido intoxicados por mercurio», añade el presidente de la asociación.

Los cinco huelguistas se sienten, en cierto modo, víctimas de un intento por todas las partes implicadas de eludir sus responsabilidades en el accidente. «Las mutuas son sociedades mercantiles que se mueven por dinero. En cuanto pueden te dan de alta», afirmó ayer Roberto González, a quien retiraron la baja laboral apenas tres semanas después del accidente al haber descendido el nivel de mercurio en sangre que presentaba y pese a que mostraba síntomas de intoxicación. Sin embargo, que un posterior análisis demostrara que la presencia de dicho metal pesado en su cuerpo multiplicaba por diez el límite legal, no sirvió para recibir de nuevo la baja. «Me dijeron que solo lo harían en casos de extrema gravedad», apunta. «Nos jodieron la vida para siempre. Yo ya no soy ni la cuarta parte de persona que era», afirma cabizbajo junto a su tienda de campaña.