Asociación de Amigos del Orfeón de Castrillón
Noticia de La Voz de Avilés
Entender la cultura de las últimas tres décadas en Castrillón no sería posible sin tener en cuenta la labor que, desde el año 1981, desarrolla su Orfeón, base de la oferta coral del lugar. En el transcurso de sus 33 años de existencia esta pieza clave de la música castrillonense ha llegado a ofrecer actuaciones en países tan dispares como Portugal, Francia o Italia, y ha protagonizado intercambios con algunos de los coros más destacados de la escena internacional actual. Una trayectoria vital que entró en una nueva fase hace unos días, con el nombramiento de José Salvador Martínez Ondina, ‘Pepe Ondina’, como nuevo presidente de la Asociación de Amigos del Orfeón, la entidad encargada de su administración global.
Si hay algo en lo que coinciden la práctica totalidad de los componentes de este colectivo es en afirmar que nada de todo esto sería posible de no ser «por la gran inquietud musical que existe en el seno de la sociedad castrillonense», como apunta Ondina en nombre de sus compañeros. Fue precisamente con ese objetivo en mente, para satisfacer la ambición cultural de los vecinos del lugar, por lo que se creó el primero de los cuatro coros. En palabras del veterano corista Antonio Fernández, «este proyecto fue nuestra manera de dar a los vecinos, de raíces generalmente humildes, la oportunidad de participar, de implicarse en este ámbito concreto de la cultura».
No obstante, los años no pasan en vano, y desde 1981 hasta la actualidad la estructura del Orfeón ha sufrido modificaciones y ampliaciones. La primera de ellas se produjo en 1988, año en que se creó el segundo de los coros de Castrillón: el grupo de Escolinos, destinado a niños de entre seis y doce años. Hizo falta casi un cuarto de siglo más para que una nueva formación se sumase a las anteriores. Así, en el curso académico 2011-12 cobró vida la agrupación infantil, el coro con los miembros de menor edad que existe en el lugar, pues sus miembros no superar la edad de seis años. Finalmente, la más reciente incorporación tuvo lugar a lo largo del curso 2012-13; fue entonces cuando surgió, como opción intermedia entre el Orfeón y las corales para niños, el Coro Joven, pensado para los adolescentes. Una disposición que, en conjunto, suma más de 80 componentes.
«Por encima de todo, lo que pretendemos es ir renovando poco a poco las voces del Orfeón, porque la mayoría de los coristas tenemos una edad media de 60 años», explica su presidente. Un objetivo para cuya consecución es imprescindible contar con incorporaciones de gente joven. «Nuestra esperanza es que, en un plazo de tiempo no demasiado largo, el Coro Joven nos sustituya. Esa es la apuesta que hemos hecho, y creo que participar en esta iniciativa es una opción mucho mejor para los chavales que ir de botellón. Si no introducimos deportes y música en la educación de los jóvenes algo acabará fallando», concluye Ondina.
Precisamente es la entidad que preside, la Asociación de Amigos del Orfeón, la que gestiona este conglomerado cultural. Desde ella, en colaboración con el Ayuntamiento, se organizan los conciertos a celebrar, como la actuación de Navidad o la participación anual en las Jornadas Musicales de Castrillón. Los intercambios con otros coros europeos, o las funciones en distintos certámenes del continente, también emanan de esta asociación. Así ocurrió, por ejemplo, con la visita que los coristas castrillonenses realizaron en 2009 a Italia para participar en el Festival Internacional de Verona, y lo mismo sucederá el próximo mes de mayo, cuando el Coro Joven se desplace a la localidad de Eysines, en Francia.
Sin embargo, los efectos de la crisis también se han dejado notar sobre el Orfeón en los años recientes. Si bien las principales fuentes de financiación de este colectivo siguen siendo la colaboración de empresas y comerciantes del concejo, la subvención parcial que realiza el Ayuntamiento de Castrillón, y el abono anual que realizan los más de trescientos socios de la entidad, la presión de la crisis económica ha llevado, en palabras de Fernández, «a que el Consistorio haya tenido que recortar las subvenciones casi en un 50%». Una circunstancia que, a su vez, ha obligado a que los coristas pagen una cuota mensual por su permanencia en los coros, aparte de la matrícula anual. «Es una situación precaria, pero vamos sobrevivendo», puntualiza Fernández; «su tuviésemos más dinero, podríamos ofrecer espectáculos mejores, pero en general la gente responde bien a nuestro esfuerzo».
Otros aspectos también han ido variando con el correr del tiempo; algunos de ellos, puramente físicos. En 2011 el derribo del antiguo mercado de abastos de Castrillón obligó a los coristas a trasladar sus espacios de ensayo a la sala de plenos del Ayuntamiento, en Piedras Blancas, y a las dependencias de la escuela infantil Infanta Leonor, donde permanecen a día de hoy mientras aguardan a que se les facilite un lugar en la nueva biblioteca municipal, aún en construcción.
Pero ninguno de estos obstáculos ha detenido la actividad del Orfeón, que prosigue semana tras semana con su trabajo, capeando los temporales que se suceden. «Si lo hacemos bien, siempre hay trabajo para todos. Todo es cuestión de tener ganas y de esforzarse por el conjunto». Esa es la receta de la superviviencia para Ondina. Una afirmación que, hasta el momento, parece ser plenamente cierta.
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